Hoy temor del viento.
En jaulas familias,
niños que se sostenían a los barrotes.
Callendo en la mar desde los acantilados,
azul el cielo confundido con el agua.
Y los jóvenes sin entender la situación
gritaban felices su desgracia.
Y yo en la cima hasta la sima
bajo el agua evitaba que los barcos
sospechasen de mi presencia.
Acababan con los que vivos salían a la superficie.
Y me escondía.
Después de tal desolación
en las profundidades de la tierra,
en algún que otro bostezo me alojé.
Y del titán que se percató de mi presencia
la hediondez pesaba.
Jaulas de familias, las más roidas por el temor,
clavaban sus miradas en aquel ser sin pelos,
redondo, rosa de piel y sonrisa puntiaguda.
Me pidió que cocinara para él lo que en las jaulas gimoteaba,
so pena de descuartizamiento.
Tenía que meterlo en el horno también, y eso hice.
Con la esperanza que me pesaba,
si lo mataba podía seguir lamentándome.
Dime, dime porqué no me sacaste.
Miedo atroz, cuando bien negro,
carbonizado con la carne,
sale y su corteza negra cruje viéndose su piel de cerdo.
Y come.
Y yo me muero y despierto.
Gracias Endô por tu último banquete.
S.Twski
Albert Herter, Le depart des poilus, août 1914
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