Por el bosque se oían los pasos rápidos de una muchacha corriendo. También se podían distinguir los golpecitos que se daba en los brazos y en las piernas cuando creía que un mosquito le estaba picando. Una mujer de mediana edad vestida de negro con un bolso blanco corría hacía ella. Pasó a su lado. Ella siguió corriendo. Un pastor americano apareció detrás de un arbusto. Ella siguió corriendo. Poco después llegó a su sendero preferido, el que era paralelo a un pequeño riachuelo. Tres mujeres vestidas con impermeables rojos, unas capuchas puestas, unos tapabocas y unas largas pinzas se presentaron ante ella. Recogían tanto uñas como orejas, también algunas que otras rodillas que presentaban síntomas de hipertrofía muscular avanzada. Ella siguió corriendo. Se cruzó con un gran hombre negro que llevaba una bolsa de viaje. Su cinturón estaba recubierto de músculos mirtiformes que había recogido en el camino y que había pegado con esmero. Le dedicó una amplia sonrisa a la corredora. Pronto ésta llegó cerca de los toboganes. Numerosos sujetos se afanaban en una misma tarea. Esta vez no sólo tenían pinzas con las que cosechar los restos de las fiestas nocturnas del bosque sino que asimismo se vislubraban unas desmesuradas bolsas de plásticos repletas de desechos. En una mesa de madera se veían reunidos los víveres de los trabajadores. Siguiendo el ritmo de la taladradora, la deportista inició un bello sprint hasta el puente más próximo.
Había realizado un nuevo récord personal.
Satisfecha por su esfuerzo, se tumbó en el suelo y sobre un pellejo olvidado dibujó un árbol.
S.Twski
Orígen desconocido |
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