En las irresistibles entrañas del sueño, uno se pierde en lo ameno y se despide de
la difusa lógica de la realidad. Pero a pesar de ser una
irresistible tentación, la muerte nos muestra que tal vez soñemos más
largamente de lo previsto. Morir en un sueño o morir soñando no es acaso
sino lo mismo. Perdido en una selva negra, pisando ciegamente un lodo
en el que siguen crujiendo los huesos de los que no han sobrevivido a la
fantasía, sigue el tacto disfrutando de las arrugadas cortezas de los árboles. Y mientras que no pierda el tacto y la aprensión al dolor,
puedo seguir imaginando mi muerte repetidas veces. Si es que a veces dan
ganas de matarse...
S.Twski